"This is the Spanish Inquisition" proclamó el joven, quien no alcanza los veinte años, pero tiene el espíritu de un viejo. Detrás de sus palabras hay toda una ideología que persigue, tal como en el siglo XV, la unificación de una nación. En este caso, la uniformidad lingüística es uno de sus grandes retos, pues ya no sólo se habla inglés, sino que por todas partes de la ciudad se habla español. Su preocupación ha alterado de forma significativa la vida de muchos republicanos. Les cuesta mucho esfuerzo el compartir su espacio con gente que siempre quiere hablar español. Es ante estas circunstancias que se revierte lo que fue la Inquisición, las victimas pasan a ser victimarios y viceversa. Aunque muy adentro de su ser el republicano reconoce que sería bueno, hablar español, aunque fuese sin conjugar los verbos y con acento gringo, a la moderna víctima de la Inquisicion le resulta tan contraproducente someterse a un orden gramatical inverso, a unos vocablos que sin referirse a seres sexuales, expresan el género y a una riqueza léxica tan ajena a lo que para él resultaría práctico, que casi siempre le da muchas opciones para denominar una misma cosa. Esta lengua derrochadora de expresividad parece tener sus orígenes en el Capitalismo, debe ser la obra maestra de un experto del monopolio y posee tanta fuerza que hace que los dominantes se sientan dominados. Ironías de la vida, que él tan americano, tan republicano, tan intelectual, tenga que, en su propio país, aprender el idioma de los puertorriqueños y de los mejicanos. Si, porque para él todos los que hablan español, vienen ilegalmente de Mejico, o vienen de Puerto Rico a vivir del gobierno y de las contribuciones que sus padres pagan. El joven alza su voz de protesta ante esta nueva Inquisición, exige que no se enseñe español, que todos hablen inglés y él mismo se niega el privilegio de aprender la lengua de Cervantes. Todo se resolvería si se les prohibiera venir a este país a todos los hispanos. Sólo así, se unificaría la nación y ya los americanos no serían víctimas de la Inquisición. Ya es muy tarde. Unos 30 millones lo hablan y cientos de miles libres de prejuicios reconocen su[IA1] valor.
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